Gracias a todos por vuestra mirada.

jueves, 29 de julio de 2010

Tu voz

He vuelto a escuchar tus palabras.

Eran blancas como azucenas.

Limpias y claras.

Dulces, como manzanas robadas.


Tenían olor a margaritas deshojadas

y sus pétalos repetían sí. Sí a todo

cuanto te preguntaba.


Tenían la voz ronca

del amanecer despierto

y la mirada tierna del sueño.


Luego me despertaba

y sólo escuchaba el viento

colándose por la ventana.

sábado, 24 de julio de 2010

Polifemo

Nos decimos la verdad de dos en dos. Una por cada ojo. Adivinamos en ellos el dolor o el sufrimiento, la felicidad, la preocupación, el deseo, la satisfacción. Cualquier cambio en la retina nos ofrece la dosis justa de sinceridad que la palabra no alcanza a expresar. Reconocemos la verdad por el número de parpadeos, o por la fijeza con la que se clavan los ojos por detrás, donde da comienzo la nuca, y a modo de calambre recorre la espina. A veces se queda callada, la mirada, mirando un florero o cualquier otro objeto. Eso también ocurre. Pero entonces sabemos que no importa saber del todo los detalles superfluos. Reconocemos la verdad por el olor del aliento que exhalan las palabras, por el aire soplado o retenido. El corazón se infla o se desinfla, jadea o se relaja, y así el mundo vuelve a ser nuestro. Lo que a veces me pregunto, es si sabremos reconocer la mentira con ese cuerpo de cuatro ojos, o nos convertiremos en un cíclope como Polifemo.

lunes, 19 de julio de 2010

Sueños de papel

A ratos me como la vida a bocados. Cojo el primer vuelo sin destino previo, y vuelo con mi maleta repleta de sueños posibles de alcanzar con tan solo alargar una mano. Aterrizo en medio de una tribu, de una selva –amazónica por ejemplo-, o una ciudad llena de humos y calles en laberinto. Y mezclo mi carne y mis huesos entre su carne y sus huesos de gestos diferentes, de colores diferentes también, y costumbres discordantes que me obligan a comer saltamontes, grillos u hormigas tostadas en bolsitas de papel, a modo de pipas de girasol o de calabaza. Me saben bien. Recorro los márgenes de los ríos, bordeo las montañas, descubro civilizaciones milenarias y bailo rituales con los muertos, pisando la tierra con los mismos pies que me mantienen en la sala de estar con una maleta repleta de sueños imposibles de alcanzar por mucho que extienda mis dos manos.

jueves, 15 de julio de 2010

El ratoncito Pérez

Quisiera poder decir algo desde la mudez de mi garganta seca, desde mi memoria herida, desde mi cuerpo desgajado y descompuesto. Quisiera ser sol en vez de lluvia, ser nube azul, arco de colores después de la tormenta. Quisiera descansar mis manos sobre mis costados sin que el tiempo se detenga. Labrar mi tierra árida y seca y confiar en la estación estival sin tener que recurrir a rituales absurdos como rezar o apostar todo cuanto tengo por unas cuantas miserables gotas. Por una vez quisiera encontrar al ratoncito Pérez husmeando bajo mi almohada antes de dejarle el diente. O poder convertirme en gato para ver en la noche algo más que sombras recorriendo las calles. Ser la princesa sin ser cenicienta, la amante en lugar de la esposa. Cualquier cosa antes que saberme muerta.