No
es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.
(Jaime Sabines)
Aún no he descubierto cuál es la parte de mi cuerpo
que más te necesita,
si mis pies errantes en busca de un camino
o estas manos tercas rebosantes
de caricias.
Aún intento descifrar si son mis labios insaciables
los que reclaman tus besos de fuego
o la imaginación que se desborda
del hueco más oculto de la memoria.
Y así cuando te pienso, se enredan mis recuerdos en tus piernas
lo mismo que se enredan tus dedos en mi pelo,
mientras mi cuerpo es sólo tuyo
y toda yo un laberinto sin puntos cardinales.
Y así sigo adentrándome en la duda
sin poder adivinar cuál es la parte de mi cuerpo
que más te necesita.
Puede suceder también, sucede muchas veces,
que no sea el empeño de mi cuerpo
el que ansía invadir todos tus rincones
y sea sólo esta manía mía por confundir,
el deseo de mi piel con el deseo ferviente
de encontrar a alguien capaz de descubrir
lo que esconde lo más profundo de mis humedades.