Nunca nos dijimos adiós. Nunca nos atrevimos a pronunciar esa palabra. Volaba sobre nuestras cabezas sin encontrar la salida. Y se quedó revoloteando entre las hojas del otoño, entre los copos de nieve, entre los soles y las lunas que iban cayendo del calendario. Así supe que nos habíamos dicho adiós hace ya mucho tiempo. Fue un adiós lento, engañoso, cobarde. Un adiós sin palabras, sin gestos, sin fecha de caducidad.
Gracias a todos por vuestra mirada.
domingo, 6 de septiembre de 2015
jueves, 3 de septiembre de 2015
El mar
Me pregunto cómo este mar al que
tanto quiero,
puede ser el mismo que alberga
tantos muertos inocentes.
Cómo las mismas olas por las que me
dejo mecer,
pueden ser a la vez, bálsamo de
todas las heridas
y trampa mortal para los náufragos
de la guerra y la miseria.
Cómo escuchar sus cantos de sirena
sin escuchar los lamentos
de los que perecen en sus fauces
antes de llegar a la tierra
prometida.
Hoy la mar estaba en calma.
Nada hacía sospechar que la cresta
de sus olas
venía cubierta de sangre y de vergüenza.
Hasta el horizonte ha cambiado de
lugar.martes, 1 de septiembre de 2015
La lluvia
Cuando alguien ha sufrido tanto
como sufre la madre que ha perdido a su hijo,
se merece en esta vida todo lo mejor.
Nada jamás compensará los días vestidos de luto,
quien dice los días, dice el corazón.
Sólo puede caber dolor,
ni un ápice de esperanza en lo que ya nunca será.
Y sin embargo, hasta los rastrojos
son capaces de crecer entre las piedras,
hasta el cactus sobrevivir en el desierto.
son capaces de crecer entre las piedras,
hasta el cactus sobrevivir en el desierto.
Así es la vida de sabia y de imprudente.
Llueve. Hace años que llueve
y siempre detrás de los cristales.
Creo que va siendo hora de salir a mojarse,
de dejar que la lluvia borre todas las penas
qué la lluvia, qué tú.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)