Dejé mi despedida sobre la almohada, después de hacernos el amor como dos locos poseídos, como dos locos que saben que será la última vez. Después de haber esperado mucho, después de habernos amado mucho, después de darnos todos los besos y haber saboreado cada rincón oculto. Después de enredar el alma entre las piernas y entre los brazos, y acariciarla con nuestras manos y nuestras bocas. El deseo desbordado de los límites de la palabra.
Los dos estuvimos de acuerdo. Sólo una vez más. Escribí un simple adiós con un lápiz improvisado. Tan simple que me tembló el pulso. Tan simple que no pude escribir una palabra más. Como si todo ya estuviera escrito desde antes y para siempre. No me volví a mirarte. No me hubiera podido marchar si hubiera vuelto a ver tu pelo revuelto entre las sábanas mojadas, y hubiera vuelto a enredar mis dedos entre tus rizos. No hubiera podido cerrar la puerta dejando atrás tu mirada condenada al olvido desde el principio. No te di el último beso. Salí de puntillas tal y como entré en tu vida, pillándote desprevenido. Sin hacer ruido, sin levantar sospechas. Recogí mi ropa esparcida por la cama y por el suelo y me vestí a medias. Salí descalza y con la respiración contenida. Se escuchó un “clic”, y después silencio. Me crucé con otro huésped que intentaba abrir su cerradura, o tal vez cerrarla como estaba haciendo yo. Susurró un “buena noches” con los ojos caídos y la voz a medias. Casi tan inaudible como la mía. Todavía no había amanecido. Aún es de noche.
Los dos estuvimos de acuerdo. Sólo una vez más. Escribí un simple adiós con un lápiz improvisado. Tan simple que me tembló el pulso. Tan simple que no pude escribir una palabra más. Como si todo ya estuviera escrito desde antes y para siempre. No me volví a mirarte. No me hubiera podido marchar si hubiera vuelto a ver tu pelo revuelto entre las sábanas mojadas, y hubiera vuelto a enredar mis dedos entre tus rizos. No hubiera podido cerrar la puerta dejando atrás tu mirada condenada al olvido desde el principio. No te di el último beso. Salí de puntillas tal y como entré en tu vida, pillándote desprevenido. Sin hacer ruido, sin levantar sospechas. Recogí mi ropa esparcida por la cama y por el suelo y me vestí a medias. Salí descalza y con la respiración contenida. Se escuchó un “clic”, y después silencio. Me crucé con otro huésped que intentaba abrir su cerradura, o tal vez cerrarla como estaba haciendo yo. Susurró un “buena noches” con los ojos caídos y la voz a medias. Casi tan inaudible como la mía. Todavía no había amanecido. Aún es de noche.
27 comentarios:
Todavía me parece estar ahí en el pasillo oscuro, con ella, pensando lo que deja a trás porque así debe hacerlo, pensando en ese adiós para siempre necesario... Me gusta mucho queida amiga. Me gusta ya lo sabes, venir aquí leerte, comentar y seguir reforzando stos nbellos lazos con nuestras palabras. Un beso que no será el último, ¿eh?
Difícil de creer que se pueda resistir a volver a tocar esos rizos, porque cuando el alma se enreda entre las peirnas y entre los brazos (me encantó eso) es imperioso volver a desenredarla.
Un gusto conocerte. Estuve ausente mucho tiempo de los blogs y recién estoy volviendo, de a poquito...Me visitaste por mi amistad con La Flaca y El Santi, y como yo también me estoy desenredando de otras cosas (ojalá fueran piernas) recién hoy pude venir a devolverte la visita. Gracias por tu voz. Beso
Según dicen los testimonios militares del siglos XIX, lo más complicado de una batalla era una retirada ordenada, que no fuera un desbande. He aquí una hermosa retirada amorosa, que se detiene en cada detalle, en cada rizo. Hasta el encuentro final con el vecino, saludando con cierta actitud clandestina. Sabés crear climas de manera magistral. Sigo disfrutando de tu lectura. Abrazos.
... Qué bien escribes!! me encantó. pero pobre el de los rizos cuando despertó sin que le digan adios.. cosas que pasan..
Te felicito Media Luna sos una gran escritora, un placer leerte.
Muchos saludos
Conmovedor ese adiós. El saber que al cerrar la puerta se cierra un trozo de vida. Le dijiste un adiós, leve, suave.
Pero te llevaste lo mejor el "RECUERDO"
Me gusta tú manera de escribir.
Un besazo
No puedo dejar de experimentar una profunda sensación de...al encontrarme cada día con personas que comparten la pasión por las letras. Con todo lo que las letras son capaces de crear. Tenía que decirlo.
Marisa: Desde luego que espero que no sea el último. Cerrar capítulos es lo más duro de mi vida. Siempre me gusta dejar la última página en blanco, por si aparece algo que añadir. En realidad, me cuesta creer en el para siempre jamás.
Me encanta encontrarte en cada una de mis historias.
Ro: Es un placer recibirte en mi rincón. Y fue un placer leer "La rubia" y descubrir un pedacito de ti. Y sonreír. Espero poco a poco irme poniendo al día yo también. Es que una se enreda...y...y no siempre es fácil desenredarse, aunque no sea de entre las piernas de alguien:)
Gracias por venir hasta aquí.
Un abrazo y un gusto haberte descubierto
Goliardo: Tus palabras me han servido de reflexión. Es como si le hubieras dado sentido a la retirada.
Y viniendo de ti, he de agradecer profundamente tus palabras.
Gracias y un abrazo.
Enrique: Me alegra de verdad que disfrutes leyendo mis historias. Porque lo importante de las historias son poder compartirlas. Como casi todo en la vida.
Y ese adiós...ya estaba escrito aunque nunca estemos del todo preparados para decir adiós.
Gracias por tus felicitaciones y un placer compartir también tu mirada sobre el mundo que imprimes en tu blog.
Un abrazo.
Mª Luisa: Un adiós, leve, suave, y desgarrador, como casi todos los adioses. Pero tú haces que resplandezca lo bueno de todo.
Otro besazo para ti.
Decir que me pareció un bello texto y que me llenó de angustia podría parecer contradictorio -lo es-, pero a veces los adioses están vacíos de palabras y llenos de una extraña belleza...
escribes muy bonito..
un saludo
Andrea: La vida misma parece a veces una contradicción.
Gracias por tu bello comentario. Siempre anima a seguir compartiendo.
Un abrazo fuerte.
Danse: Tú también escribes muy bonito escribiendo desde lo más hondo de ti. Hace tiempo que no publicas, y echo de menos tus textos rebosantes de emoción. Gracias por tu visita.
Un saludo
Bueno Luna, me ha pasado esto tantas veces, que me he visto salir de puntillas y despedisme con un escueto beso de despedida de esos que dicen adios para siempre, es tan curioso...eso de saber de antemano que será la ultima vez, pero no te importa porque lo sabes y te dejas llevar aunque luego te vayas vacia..
un besote!
Parece Marta, como si uno pudiera acostumbrarse a fuerza de decir adiós, pero tal vez sea al revés y el vacío se haga cada vez más grande. Yo odio las despedidas, y como le digo a Marisa rehúyo el siempre jamás. Aunque no siempre lo he conseguido.
Gracias por venir y darme tus palabras.
Un abrazo
Una historia apasionadamente triste, pero ellos tendrán sus motivos para poner fin a una atracción tan fuerte, supongo.
Un saludo
Precioso relato, tus letras tienen magia siempre lo te lo digo, por referencias te digo que no se queda en una sola vez, cuando son los dos lo que siente la locura del amor. besitos amiga.
Antonio: Tu visita es un lujo, como tu blog. Gracias por venir hasta aquí. Supongo que el motivo debe ser lo suficientemente importante para poner fin al tiempo.
Un saludo.
Amiga: A veces ni siquiera existe una sola vez. Sólo existe la locura. Y es que el amor es así de loco...
Me alegra tu visita. La próxima, en el café de la esquina:)
Un besazo.
Hay historias, que desde el principio, llevan un final escrito. Es la aventura más desquiciada tirarse a vivirlas, sabiendo que puedes dejar enredada el alma entera tras cerrar la puerta. Pero si nadie las viviera, quién las contaría, quién escribiría poemas, quién sabría vivir la vida... siempre bellas ts palabras, arrebatadoras. Muchos besos.
Tú lo has dicho. Desquiciada es un buen adjetivo. Pero lo más difícil es recuperar ese alma atrapada. Lástima que el final sólo se nos desvele después a pesar de estar escrito.
Gracias por venir hasta aquí y extraer y plasmar algo bueno de todo.
Un beso.
Me gusta mucho este trabajo. Has rescatado con precisión aquello que nos liga al otro: las sensaciones.
Y mientras más se suceden los detalles en tus líneas, más profundo siente el lector la intensidad de la despedida, del beso que no fue.
Muchas Gracias por compartir este relato!
Te dejo un cariñote Media Luna!
¡Qué noche!...Cualquier adiós vale una noche así.
Sí, ya sé,parece chiste. Pero no lo es. Justamente la intensidad de ese encuentro está pautada por el adiós que vendrá después. Y la desolación de ese adiós se hace más profunda porque viene después de ese encuentro impresionante.
Un besote.
Estoy con Gollardo que lo más complicado de la batalla es la retirada...
Mientras te leía, pensaba que esas letras me sonaban, sonaban a un pasaje de mi vida, a un final que gracias a Dios, aunque recuerde... HE OLVIDADO...
Un saludo desde Bilbo
Pues hiciste muy bien (si lo hiciste:-) En cualquier caso, lo has contado bien y eso es bastante.
Paso poco por aquí, aunque sabes que te sigo de lejos, pero me encanta venir de vez en cuando y agradecerte tus visitas y tu enlace, Carmen.
Tengo una semana de vacaciones por delante y he empezado por lo que importa:-)
Saludos.
Susana: Es una alegría recibirte y leer tu comentario. Supongo que lo más intenso es precisamente ese beso que no fue. Ese beso que no será jamás. Me alegro que te haya ido enganchando el relato con sus pinceladas.
Un cariño para ti también
Flaca: Ahora veo que tengo pendiente una caipirinha por ahí. Creo que haces una justa interpretación de las emociones. Si vale o no la pena una noche así, todo depende de la perspectiva del tiempo supongo.
Gracias por sacar un poco de ese tiempo tan valioso y venir hasta aquí a leerme.
Un abrazote.
Pizarr: A mi también me llegaron muy adentro las palabras de Goliardo. Parece fácil la retirada y sin embargo es una tarea mucho más ardua de lo que parece a simple vista.
Iba a decir que me parece increíble que un recuerdo tan íntimo pueda ser compartido por tantas personas, pero el amor está siempre ahí para todos.
Es siempre una alegría conocer gente nueva y un gran placer recibir tu visita.
Olga: ¡Qué te puedo decir! Sabes que tu blog no me deja nunca indiferente. Me encantaría tener tiempo suficiente para enredarme en todos los pensamientos que despiertan en mí tus textos, pero he de conformarme con leerlos. Y esta visita tuya me llena de satisfacción. Gracias por tus palabras y te deseo unas felices y creativas vacaciones.
Y a tod@s, deciros que aunque no siempre es fácil sacar de dentro lo que va dando vueltas y vueltas por ahí, es una delicia tras vencer mi cobardía, encontrarme con vuestros comentarios, vuestra propia sensibilidad puesta al servicio de la comunicación y por tanto del crecimiento.
Gracias de corazón.
Querida media luna, sucede con el adiós lo mismo que con el "hubiera", palabras que contienen una acción que nos desborda hasta sobrepasar todo linde, con éste post tan bien estructurado, no has hecho más que aunarme al listado de los que tenemos el placer de estar tan igual que vos , con las manos temblorosas,con la llave en la cerradura...despidiéndonos tal vez para siempre de una parte de nosotros mismos.
Qué técnica!!! wow, ya podia sentir el click y luego el silencio..
Excelente post!!!
Gracias por dejarte encontrar
Abrazos.
Te busco y no te encuentro...Me muero por una nueva entrada...
Un beso corazón.
Lucas: es un placer encontrarte en mi rincón. Odio esos "si hubiera..." Creo que a diferencia del "adiós", es precisamente suprimir el "si hubiera..." por el "lo hice..." y ahora he de decir "adiós". Después de todo, tal vez hubiera preferido el "si..." Pero sea como sea, me gustó tu reflexión y ese estar despidiéndonos de alguna parte nuestra.
Gracias por todas tus palabras.
Un saludo.
Marisa: Gracias de verdad por estar ahí animándome siempre.
Un abrazo fuerte.
Qué difíciles son siempre las despedidas, no es así? :)
Supongo que sí. Me he despedido pocas veces. Soy de las que le cuesta cerrar la puerta para siempre. La dejo medio entornada, lo suficiente para atisbar si debo abrirla de nuevo. También puede ocurrir que te den un empujón, o que definitivamente aprenda a decir "adiós".
Gracias por tus palabras.
Yo tampoco me he despedido muchas veces, y algunas de ellas he terminado volviendo. No me parece que sea fácil decir adiós. De hecho, creo que existen muy pocas ocasiones en las que hay que decir adiós para siempre. Y suelen ser en las que nos vemos obligados a hacerlo.
Me encanta tu blog!! Un beso!!!!!!!
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