Cuando te pones a escribir, parece
que se detiene el tiempo. Pero no. El
tiempo no se detiene. Es implacable, él corre hacia su muerte sin importarle lo
que va dejando atrás. Amores, traiciones, promesas que fueron ciertas y otras
promesas de las que promete la esperanza, que ya es sabido que no tiene
palabra. El tiempo no se detiene ni se
doblega a la necesidad de respirar un poco más despacio, ni a acompasar su paso
con el tuyo. No. El tiempo no se detiene
en esas minucias. Él avanza como si tuviera prisa por llegar a su destino sin
importarle que tú andes todavía saboreando aquel beso que hizo que el mundo entero desapareciera. No. El
tiempo no entiende de romanticismos ni de esperas, y se hará de día antes de
haber despertado de tu sueño.
1 comentario:
No se detiene, jeje... No te quepa la menor duda.
Pero además, deja poco margen para cogerlo en marcha.
Un abrazo, amiga.
Publicar un comentario