No está al alcance de mi mano ser feliz
en estos momentos en los que al despertar,
lo primero que veo es la imagen de la muerte
ensañarse con un hombre indefenso.
Las heridas que no curan y te hacen olvidar
cualquier otra herida de guerra o de amor
—si es que acaso no es lo mismo—.
No está al alcance de mi mano devolverte
a aquellos años en los que eras joven y feliz.
Tan sólo puedo mirar tus ojos azules y tratar de sonreír
mientras extiendo un manto de aloe-vera por tu espalda
para intentar que la vida parezca de verdad.
A veces me siento cómplice de la muerte
viendo cómo mueres lentamente,
cómo respiras a través de una goma
que no huele a nada;
ni a campo, ni a pinos ni a ningún otro olor
que pueda devolverte la esperanza de seguir vivo.
Y te miro y me miras, y nos miramos
sabiendo que sentimos lo mismo.
Y te acaricio con la mirada porque tu piel
no resiste ya una caricia.
Y te duermes y te despiertas
y maldices a la muerte que no llega.
5 comentarios:
A veces hay heridas que nos mantienen con vida.
Un abrazo fuerte.
Me encanta! Muy bueno Carmen!
Gracias Noray por tu mirada. Ciertamente a veces sabemos que estamos vivos por el dolor que causa vivir, pero yo me pregunto si merece la pena una vida así.
Camarandante amigo, gracias por seguir ahí.
Decirte que te he descubierto y he conectado con tus sentimientos. Gracias
Sentir no es fácil. Me refiero a interpretar el sufrimiento; porque siempre encontramos una causa externa a nosotros. Y lo vemos tan claro que no hay otra realidad que esa. Que no hay otra percepción posible. Que es así objetivamente.
Y cada vez que vuelve a manifestarse es una oportunidad más para desengancharse de esa manera de ver.
Siempre estamos a tiempo.
Un fuerte abrazo.
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