Hoy estoy optimista aunque mi
corazón se resista a admitirlo. Hoy no le dejaré ganar esta batalla por más que
golpee desde dentro y se empeñe en empaparme de tristeza. A veces resulta tan
egocéntrico que se olvida que no sólo él vive en mi cuerpo. También tengo un
rostro —con más arrugas de las que yo quisiera, pero me las he ganado a pulso—,
y unos huesos de cristal dispuestos a
llevarme a cualquier parte. No, ya no
puede hacerme chantaje con sus mentiras y su mirada ingenua. A veces parece no
saber la edad que tiene, y siempre me sale con esas de que el amor siempre tiene quince años. Yo me sonrío por dentro como cuando no quieres dar la razón a un niño que la lleva. Pero no, hoy no le dejaré ganar la
batalla. Hoy nos vamos con todos nuestros años a cuestas a brindar por ese
pasado en el que los dos fuimos felices y por un presente en el que ya no
importa el balance entre pérdidas y ganancias. Con un poco de suerte esta noche
dormimos abrazados.
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