Un miércoles por la mañana acudió al lugar donde se veían a escondidas. El picaporte crujió y B sintió como si hiciera mucho tiempo que alguien hubiera pasado por allí.
Al entrar absorbió todo el olor de su ropa de trabajo., el sudor dulce que envolvía su piel y toda ella mojada al salir de la ducha. B no podía esperarle y le seguía hasta el baño para secar con su lengua toda la humedad de su cuerpo. Antes de llegar a la cama ya habían copulado dos veces entre el pasillo que separaba ambas estancias. Después jadeaban juntos sobre las sábanas y volvían a olerse. Y así era por siempre, cada miércoles en distintos rincones de la habitación, hasta que no les quedó ninguno. Hasta el día que abrió el picaporte y sintió como si hiciera mucho tiempo que alguien hubiera pasado por allí.