Gracias a todos por vuestra mirada.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La cuenta atrás.

He muerto tantas veces, que ya “no queda más cera que la que arde”. Creí que iba a aprender a bien morir, pero fíjate tú por dónde, aprendí a bien vivir.

Ya no quiero morir más veces que la estricta y necesaria muerte. Hasta entonces, espero beberme la vida entre sorbo y sorbo de risa o de lo que se tercie.

Descontados ya los años, calculo que me queda… lo que se me resistió en otras muertes. Tiempo para confiar. Tiempo para amar. Me dará tiempo a reír y a llorar de felicidad, que de penas ya me morí muchas veces.

Y miraré de frente el amanecer sin deslumbrarme, que ya me cegó sin ningún pudor en tiempos ha. Y dejaré que las olas del mar mojen mis pies, sin arrastrarme bajo su piel. Y brillará la luna, y seguiré escribiendo versos como éstos, espero que mejores, hasta que me llegue el día.

sábado, 21 de noviembre de 2009

El nudo en el ombligo

Me evocas todas las cosas como a Machado las moscas. Me evocas los primeros corazones pintados en la pared. Las primeras cartas que escribí. El diario escondido, la infancia. Cortarme las trenzas, vestirme de mujer. Los parques y los atarcederes. Los robles y los sauces llorones. El tacto y el contacto. Me evocas las caricias robadas y todo el amor que cabe en un beso apasionado. El nudo en el ombligo, y la vida entera por delante. Me evocas las ganas de estar enamorada.

martes, 10 de noviembre de 2009

La luna

Las olas arrastran
el reflejo de la luna
hasta la orilla mansa.

Pero ella se escapa. Se escapa…

En un instante insobornable
vuelven las olas
con su murmullo insondable
salvando su imagen.

Pero ella se escapa. Se escapa…

Y cada vez con más furia
las olas retroceden y avanzan
atrapándola en su vaivén
para que descanse.

Pero ella se escapa. Se escapa…

Desaparece y crece
se disfraza entre la nubes
se nubla, se esconde, brilla.

Y las olas incansables
la buscan cada noche
para mecerla en sus crestas
Y llevarla a la orilla.

Pero ella se escapa. Se escapa…

Y cuando al amanecer
parece rendida a su suerte
entre los saltos de espuma
se desvanece...

Y se escapa, Se escapa…


Epílogo

Juguetonas, inquietas, salvajes, dóciles, apremiantes, sin prisa, rugientes, susurrantes, espumosas. Solidarias en un mismo fin sin saberlo siquiera, arrastran la luna en sus miles de gotas para llevarla a la orilla. Y ella tranquila se deja hacer y cualquiera que no la conozca, podría pensar que se ríe del poder magnánimo de las olas.