Porque es suficiente con que uno deje de amar para convertir el amor eterno en efímero, el amor en desamor, la ilusión en desilusión, y la vida en un infierno. Pero el tiempo lo cura todo. Incluso los desengaños, o eso dicen...
No fueron suficientes todas las ganas de amarnos. Ni todas las risas, ni todos los llantos. No fueron suficientes todos los poemas que escribimos en servilletas de papel, ni los corazones dibujados en la pared. No fueron suficientes las notas arrancadas a las teclas del piano acariciando todos los sentidos. No fueron suficientes nuestros suspiros mezclados con el sudor de nuestros cuerpos desnudos. No fueron suficientes entregarnos a las lunas crecientes y menguantes, ni la luna llena envolviendo y deslumbrando nuestros placeres más ocultos. No fue suficiente decirnos “te amo” en la mañana, en la tarde, y en la noche. No fue suficiente el tiempo que robamos a nuestro quehacer diario, ni llevarte en el pensamiento a cada minuto, ni escapar de las miradas, ni escondernos, ni exponernos, ni soñar con ser posible. No fue suficiente que el amor fuera inocente como todos los amores deben serlo. No fueron suficientes las renuncias ni los proyectos, ni los rezos y las velas a todos los santos que no están para estos menesteres. No fueron suficientes las promesa hechas de lino, ni los años que jugamos a ser felices. No fueron suficientes los hijos que no tuvimos ni tendremos. No fue suficiente llamarte a gritos, ni apelar a los recuerdos, ni suplicar a tu olvido. Sencillamente me olvidaste, como yo te olvidé, con el tiempo suficiente.