Gracias a todos por vuestra mirada.

jueves, 15 de febrero de 2018

All in

Ahora que el azar
ha atado todos los cabos sueltos
y ya no cabe esperar ningún milagro,
ha llegado la hora
de poner las cartas bocarriba
y dejar de fingir que todavía me queda
un as escondido.
Todo está sobre la mesa;
mis sueños, mi cuerpo, mi fe en un futuro contigo.
Puedes quedarte con todo,
así son las reglas del juego,
quién se retira pierde y yo me retiro.
Te pido que no vuelvas a mirarme con tu cara de póker
tentándome a creer que la suerte puede ponerse de mi lado,
ya sabes lo fácil que soy cuando me miras a los ojos
y me sonríes con esa sonrisa tuya que parece contener
todos los remedios contras la mala fortuna.
Puedes levantarte y recoger tu botín
las normas ni siquiera te obligan a mostrar tus cartas.
Si no te importa yo me quedaré un rato
a celebrar mi derrota,
a fin de cuentas, siempre tuve un buen perder
—quizá sea la costumbre—
y lejos de agachar la cabeza
y diluir mi fracaso en el fondo de una copa,
brindaré por el juego limpio,
por tu coraje que venció a mi póker de ases
y por esta partida que nadie nos obligó
a comenzar, aquella noche de verano
cuando la luna me asaltó en una esquina
y dejé que me besara en los labios.

domingo, 11 de febrero de 2018

Mil noches en mi haber


Tengo mil noches en el haber de mis recuerdos,
donde cada beso tiene la medida exacta
al amor que nos impulsó a emprender
ese viaje sin retorno y con destino incierto.

Tengo mil caricias tatuadas en el vientre
que puedo sentir cuando cierro los ojos
y evoco el sonido de nuestras risas
bajo un cielo improvisado de sábanas blancas.

Mil fotos clavadas en el fondo de la retina
de todos los lugares a los que fuimos
para dar esquinazo a las penas y al deber;
mil gestos de palabras silenciadas
para no tener que ser esclavos de sus letras,
mil cafés bebidos sorbo a sorbo
para estirar la despedida hasta la próxima,
mil poemas escritos en frías madrugadas
sin la presencia del calor de nuestros cuerpos.

Tengo mil noches en el haber de mis recuerdos,
con sus días caminando a paso firme y decidido
—a veces no tanto—
y siempre con el eco del deseo
bajo la suela de sus zapatos.

Tengo mil noches en el haber de mis recuerdos
o tal vez se trate de una sola  noche
mil veces repetida en la memoria.



viernes, 9 de febrero de 2018

Regreso


Ha regresado la mujer que me habitaba
cuando el solo nacía por el este
y  la tierra completaba su círculo
hasta ocultarse por detrás de la ventana.
Entonces solía dormirme con la paz del que sabe
que ha cumplido su deber
y se ha dejado el corazón en el empeño.
Ha regresado del limbo al que se exilió
de forma voluntaria
o quizá cansada de tirar del carro
que doblaba sus rodillas por momentos.
Se fue una tarde de marzo
cuando el viento amenazó con estrangular
su palabra y su canto a los milagros de la vida.
Quizá supo antes que yo
que el mundo se acababa,
y antes de perder el último tren
empaquetó su risa,
la música que sonó en aquél bar
donde se tomó el último trago de luna,
los espejos que le hacían verse guapa
las caracolas que recogimos en la orilla de la playa
con el mar entero dentro.
Se fue una tarde de marzo
y me dejó sola a este lado del mundo
donde nunca más volvió a salir el sol
tras su partida.
Me dejó sin palabras y sin canto,
con el llanto y con el miedo pegado a mi piel ajada,
la lluvia como única canción
golpeando la ventana de una casa en ruinas.
Me dejó el veneno preparado en una vaso
por si no soportaba su ausencia
y un espejo deformado que nunca
me devolvió la mirada.
Se llevó el mar entero en su maleta
y me dejó apenas un hilo de agua
resbalando entre mis dedos.
Hoy ha regresado sin poder reconecerse en mis canas
ni en el rictus triste de mi boca.
Pero ha regresado y yo le doy la bienvenida
sin hacerle preguntas y extendiendo mis brazos.
Me basta saber que vuelve para quedarse conmigo
—no sé por cuánto tiempo—
y preparo una fiesta paras brindar
por los años que nos queden
sin contar los años perdidos
tal y como a ella le gusta hacer las cosas.