Gracias a todos por vuestra mirada.

miércoles, 16 de mayo de 2012

"Digo vivir"

Queridos amigos:

No es la primera vez que debo ausentarme por un tiempo, pero antes, como siempre, quería deciros un hasta luego, y siempre gracias por acompañar mis letras y enriquecerlas con vuestras miradas. La vida a veces se complica y España no va bien.

Os deseo a todos una feliz primavera, o lo que va quedando de ella y un mejor verano.

Un beso continental y un beso transoceánico.

Aquí os dejo con un poema de Blas de Otero.

“Digo vivir”

Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.

(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)

Digo vivir, vivir como si nada

hubiese de quedar de lo que escribo.

Porque escribir es viento fugitivo,

y publicar, columna arrinconada.

Digo vivir, vivir a pulso, airada-

mente morir, citar desde el estribo.

Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,

abominando cuanto he escrito: escombro

del hombre aquel que fui cuando callaba.

Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra

más inmortal: aquella fiesta brava

del vivir y el morir. Lo demás sobra.





jueves, 10 de mayo de 2012

Tristeza a secas



La tristeza siempre viene de la mano

de un niño sin zapatos,

de un anciano sin sonrisa y sin pasado

sentado al sol en una silla.



Es amiga inseparable

de la madre que llora por su hijo,

de los náufragos sin orilla

naufragando en sus pateras.



La tristeza es un corazón desahuciado

que recorre las calles con su hatillo

haciendo malabares con sus penas

o vendiendo su sexo en las esquinas.



La tristeza es la bala que fusila

el paredón de la justicia.

Es la lista interminable

de los horrores de la guerra,

es el cheque que paga todas las pistolas.



Tiene sus ojos llenos de moscas

y los pezones secos, y la garganta llena de tierra.

Es la tumba en la cuneta

sin nombre ni apellido,

es el último latido en el reloj

señalando la hora última.



La tristeza son muchas manos atadas a la espalda,

ladrillos de mentiras y hombres sin palabra

-y sin conciencia-.



La tristeza es un planeta sin fronteras

por más que levantemos alambradas de púas

o murallas de piedra.