Gracias a todos por vuestra mirada.

viernes, 19 de agosto de 2011

Interrogantes

Sin macerar...


¿Cuánta paz cabe en un puño cerrado? ¿Cuánta venganza?

¿Cuánto dolor en un lamento? ¿Cuánto gozo?

¿Cuánta tristeza en unos ojos desdentados? ¿Cuánta dicha?

¿Cuánto alquitrán en unos pulmones contaminados por la pena?

¿Cuánto miedo en esa espalda que se encorva? ¿Cuánto orgullo?

¿Cuánto de valiente en un pecho al descubierto –la piel al descubierto también?

¿Cuánta verdad en una boca? ¿Cuánta mentira?

¿Cuánta felicidad en una casa de muñecas?

¿Cuánto perdón en un corazón? ¿Cuánta inclemencia?

¿Cuántas lágrimas en un pozo vacío?

¿Cuántas caricias en una piel desierta?

¿Cuántas palabras en una despedida?

¿Cuánta espera entre una herida y otra?

¿Cuánto amor cabe en un beso?

¿Cuántos besos en los labios del destierro?

¿Cuántos destierros en una vida?

¿Cuánta ilusión al nacer el día?

¿Cuántas preguntas en un poema?

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martes, 9 de agosto de 2011

Estambul

No creí que fuera posible. No lo creí. No lo creí cuando la luna llena se llenó de nada, y la luna nueva se llenó de sombras. No lo creí cuando el silencio se convirtió en un estruendo en mi cerebro, y las voces de afuera en ecos del pasado retumbando en el mañana. No lo creí cuando mis ojos se apagaron, ni cuando mi piel comenzó a temblar de miedo. Ni cuando los días se convirtieron en años. Ni aún cuando me lo dijeron los mismos que sufrieron el mismo dolor del mismo lado. No lo creí cuando esbozaba una sonrisa y me dolía el músculo del alma. Ni siquiera lo creí cuando se acabaron todas mis lágrimas. Y luego nada. Una nube envolviendo los días venideros, una tela de araña tejiendo recuerdos, una lluvia fina calando los huesos, deshaciéndolos por dentro. Y allá a lo lejos, como en el poema del Gran Capitán, allá a los lejos “Estambul”, y una luz de esperanza intentando atravesar las nubes, las telas de araña, la lluvia, la nada.