Mi poesía son lágrimas convertidas en guijarros,
risas insonoras, cantos sin orquesta.
Son estrellas
apagadas hace siglos
que brillan en el cielo
sin saber que ya están muertas.
Es el rayo necesario
que secciona
la oscuridad en la tormenta,
el trueno que devuelve al silencio su sonido.
Es una estampida de versos inconexos
tratando de ponerse a salvo del peligro.
Mi poesía es el pan que le robo a la comida
para que el hambre no devore mis entrañas,
el vino que embriaga la tristeza
para fingir que duele menos,
como el placebo que cura las heridas sin curarlas.