Nota
de despedida
Te cedo todo cuanto
excede
el peso que puedo
soportar
entre mi espalda y mi
pecho.
Me llevo la colección
de sonrisas
que fuimos
coleccionando
cuando el mundo era
nuestro.
La pasión de tu mirada
cosida a las pestañas,
y los besos que lucharon
a boca partida,
por sobrevivir en mitad
de los escombros.
Me llevo también las
noches
en las que contábamos estrellas por millones
sin pensar por un
instante,
que pudieran acabarse.
Las puestas de sol que
anunciaban
amaneceres a las tres
de la tarde
y todo cuanto nuestros
cuerpos
conocen de nosotros.
Me llevo todas las
promesas cumplidas,
y te dejo los
juramentos de papel
en el cajón de la
mesilla.
Espero no olvidarme
nada de lo importante.
En todo caso, sabes mi
nombre
por más que no
recuerde, la última vez
que me nombraste.