“Estar viva debería ser
suficiente motivo de contento”.
Estoy aquí tratando
de agradecer al cielo
que sigo viva,
que el derecho a
quejarse es un simple papel mojado,
y que no merece la pena ni leerlo.
Que hoy no tuve que
salir a pedir caridad,
que no me ha faltado
un beso
—aunque sea robado—
ni mi gata lamiéndome
las heridas.
Hace tiempo que
terminó el poema
y yo sigo escribiendo
versos inconexos
que no forman parte
de nada ni de nadie.
Versos sueltos sin
liana a la que agarrarse
sin un solo sueño que
perseguir
cuando ya no se
tienen fuerzas.
A veces también me
pasa,
que escucho una
canción
que me quita los
años de encima,
que me pone a bailar,
o a llorar
como cuando todavía me
quedaban lágrimas.
Supongo que el poema
nunca se acaba
hasta que se acaba el
poeta.