Gracias a todos por vuestra mirada.

sábado, 28 de agosto de 2010

Existo

Existo. Porque tengo un dolor constante en el costado izquierdo de mi cuerpo. El cuerpo debe ser el mío con toda seguridad, o no sentiría esa punzada que atraviesa de lado a lado ese flanco izquierdo filtrándose hasta los huesos. Existo. Casi estoy segura de ello. A veces he dudado, no crean. Respiro, trabajo, duermo, camino con dos piernas, hablo por la boca, lloro por los ojos, aunque no derramen lágrimas, y eso acrecienta la duda de ser yo la que existe de esa manera humana. Sin embargo, este dolor en el costado izquierdo, sólo puede ser mío y de nadie más. Me duele, luego existo.

viernes, 20 de agosto de 2010

Tierra anegada.

Un diluvio recorre el subsuelo

anegando las tierras de cultivo

que antaño dieran frutos:

manzanos llenos de manzanas verdes

naranjos llenos de naranjas

limoneros llenos de limones…



El agua se abre paso formando

pasadizos invisibles que van pudriendo

las raíces moldeándolas a su antojo,

macerándolas hasta convertir el tronco

de un olmo de cien años

en algo parecido al tallo marchito

de los girasoles.



No cesa el diluvio ni cesan sus siniestros.

El agua se extiende como una plaga de langostas

arrasando los arrozales a su paso.



Allá arriba el cielo debe estar tan negro

como este profundo laberinto

de tierras que se abren y se tragan

el sustento necesario para que la vida

florezca de nuevo en su reino.

sábado, 14 de agosto de 2010

Los sueños soñados

Este agosto parece disecar el paisaje en este hemisferio norte, como el invierno lo congela en el hemisferio sur. Y es que a veces siento que los hemisferios se encuentran encontrados y cuesta caminar entre esos matorrales secos, áridos, congelados, inertes...Pero al final...Surgen ramas verdes incluso debajo de una piedra.

A cierta edad los sueños corren más deprisa que las piernas y urge pillarlos mientras aún estemos a tiempo. Un tiempo que ya no es todo el tiempo, sino un tiempo más incierto, más certero. Un tiempo al que se le pueden ver ya las orejas, y alcanzarlos se torna básico. Ya no importan tanto los obstáculos -alguna ventaja había que dar a esas piernas cansadas de sortearlos a lo largo de los años-. Ya no cuesta tanto dejar atrás ese pasado que nos pisa los talones, porque pasado y futuro se juntan en esa edad imprecisa, difícil de precisar. En esa barrera que separa la realidad de lo sueños, y lograrlos ya no es cuestión de echar carreras, sino de cogerlos, los sueños, con las manos, con las dos, y estrujarlos y masticarlos y tragarlos y hacerlos nuestros mientras aún estemos a tiempo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Tontunas y disfraces

Tengo que empezar a poner etiquetas a mis entradas...

Es lícito pensar. Quizá lo único lícito mientras no confesemos lo que pensamos y guardamos con celo y con recelo. Todo lo que una vez dicho queda expuesto a juicio. Es lícito soñar, imaginar, e incluso fantasear con todo lo ilícito, siempre bajo la jurisprudencia de los límites bien delimitados entre el concebir y racionalizar el canon de educación actual. Ya no hablo de morbosos pensamientos, que también están en la lista de delitos. Hablo sencillamente de impuros pensamientos –no encontré mejor sinónimo por mucho que he consultado el diccionario- que pensamos todos, desde las más puras vírgenes hasta los más inocentes golfos. De pensamientos que erizan la piel con tan sólo imaginarlos, sin permitir jamás, por más que todos los pensemos, conseguir que se conviertan en lícitas acciones. Pero esto es sólo un pensamiento que guardo con celo y con recelo para no exponerme a juicios serios.

miércoles, 4 de agosto de 2010

La hoguera

Estoy recolectando recuerdos para hacer una hoguera con ellos. Para prenderles fuego y pisar sus brasas. No haré liturgia alguna, antes ni luego. Juntaré todos los días en los que caminé sobre la arena del desierto cruzando oasis que nunca existieron. Todos los días en los que fuimos felices a medias, y bebíamos vino para olvidar que fuimos felices durante una vida entera. Los días en los que juntábamos nuestra espalda con cuidado de no rozarlas. Las mañanas que alternábamos nuestra mirada en el espejo para no cruzar nuestros ojos. Las noches en vela soñando que me rescatarías de mi encierro. Los cafés amargos de madrugada y los pensamientos negros. Los años que se fueron sin sonrisas, sin palabras, sin un solo gesto que nos recordara que un día nos amamos. Los sueños quebrados como se quiebran los huesos, y los sueños que soñamos cada cual en su silencio. Quemaré también esos silencios donde me hice una mujer de carne y hueso. Una mujer que ascenderá junto al humo negro para purificar todos los reproches hechos a destiempo, toda la culpa que cargó sobre sus hombros y la dotaré de alas para que pueda volver a enamorarse de nuevo.