Gracias a todos por vuestra mirada.

sábado, 23 de febrero de 2013

Futuro sin presente



Me preguntas qué espero del futuro
sabiendo como sabes que sólo existe
un carpe diem tuerto y cojo,
que a penas si avanza a tientas
 por una senda llena de trampas.

Llevo en mis manos el cayado
tratando de evitar alguna piedra
que me haga caer de bruces y romperme
los pocos huesos sanos que  aún me quedan.

Me preguntas -o lo afirmas-
a penas si distingo el tono  interrogante
de tu voz -siempre tan segura-,
y me encojo de hombros
como una niña que ha olvidado la lección aprendida.

Me preguntas y me quedo sin respuestas
porque la única respuesta que aprendí
es que el futuro se construye en el presente
y no me quedan ya ladrillos que poner.

Me preguntas sabiendo como sabes
que a esos días, sólo se llega
después de atravesar el tiempo
y que no está en mis manos el sol ni la luna,
ni siquiera un arco iris dispuesto
a dejarse ver en medio de la lluvia.

Me preguntas y sólo sé que mi futuro era un sueño
hecho a la medida de tu cuerpo,
y mi cuerpo una maleta repleta de tristezas
dispuesta a abandonarla en cualquier parte
y apearme del tren tan solo con lo puesto.

Me preguntas por la estación de destino
sabiendo como sabes
que está prendida en mis ojos
aunque la providencia sea siempre
quien dicta la última palabra.

lunes, 18 de febrero de 2013

Verdugos


Nada hay más triste que mirar los ojos de un niño
aferrándose  a la vida con sus manos
mientras trata de  exprimir el pezón seco de su madre.

Ver cómo se desprende la piel de sus huesos
mientras servimos el café de sobremesa,
y miramos de reojo las noticias
para no atragantarnos con la conciencia.

Siempre se puede cambiar de canal,
pero a estas alturas de la película
hay que tener mucho estómago
para poder digerir a la muerte
en todas sus versiones.

Se cuentan por millones los patíbulos
alineados perfectamente por las leyes
para que nadie dude de la honorabilidad
de sus verdugos.

A fin de cuentas, cada muerto
es un cero más que asciende
del infierno al paraíso
-fiscal para más inri-

martes, 12 de febrero de 2013

Rehén


No recuerdo ya el mes ni el año
-siempre es ayer-
Cuando la muerte derribó
 la puerta de mi casa de un portazo.
Ni siquiera tuvo la decencia
de apretar el gatillo y matarme de un disparo.

Me hizo su rehén
me robó el cielo de los ojos,
los besos de los labios,
las caricias de la piel.

Llenó mi boca de silencios
me ató las manos a la espalda
cortó mis alas de un tajo,
y ancló al suelo mis pies.

Atrás quedaron los paseos por la luna
la luz naranja del amanecer,
las risas cómplices de madrugada
y los sueños que soñé una vez.

Se hizo la dueña de todo cuanto amaba.
Me privó del llanto
licuó mi sangre hasta convertirla en agua,
confiscó mis deseos más recónditos,
y me negó hasta el derecho
a morirme del todo.