Esta noche,
como tantas otras noches,
volveré a
morder mis palabras mientras ceno
y trataré de
tragarlas con un vaso de vino
para no vomitarlas
sobre el plato.
Luego tomaré
sal de frutas en un intento vano
de conciliar
el sueño, mientras siguen dando vueltas
en la boca de
mi estómago
incapaces de
decir lo que saben que han de decir
tarde o
temprano.
Pero ellas
se atrincheran sabedoras
que una vez
que el enemigo las escuche
disparará
contra ellas todos sus misiles
y destruirán
sin remedio aquellas que sin culpa
dibujaban
como niños arco iris
ajenas a los
daños colaterales que la realidad destruye.