Contemplo tu mirada indescifrable,
tu sonrisa quieta conteniendo
el aliento de una noche,
de muchas noches.
Contemplo esas leves señales
-todavía-,
que el tiempo ha sellado
en la comisura de tus labios
en el contorno de tus ojos aceituna.
Te contemplo con el mismo descaro
que tú me contemplas,
hasta dilatarse nuestras pupilas
hasta confundirse nuestras proyecciones.
Te venzo en ese reto inexpugnable
-si eso es posible-.
No eres mas que la recolección
de la siembra de un pasado.
bueno, de todos los pasados,
pero yo soy el futuro.
Te hago un guiño
-como para reconciliarnos-
y me devuelves una réplica exacta
como si supieras de antemano
que has perdido la batalla.
Mañana -como cada mañana -,
volveré a suplicarte
que no me claves tu mirada
llena de recelo y desconfianza.
El vapor de agua lo empaña todo.
Te doy la espalda.
y comenzamos a caminar
en dirección contraria.