Guardo en un hatillo unas cuantas pertenencias
de un pasado que me dio su palabra
de no envejecer nunca.
Una horquilla para el pelo
un diario de
poemas
un pintalabios gastado
con el que besé la primera boca
unas cuantas palabras sinsentido
que jugaban a dar sentido a la vida,
un vale de descuento
que nunca sirvió para
descontar desgracias
dos entradas de cine
del que solo recuerdo la última fila,
un trozo de corbata
y un patuco de recién nacido.
También guardo un manojo de llaves
que ya no abren ninguna puerta
y un pasaporte caducado
del último viaje a ninguna parte
urgente de renovar.