Gracias a todos por vuestra mirada.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

El viaje

Prométeme que aparecerás de improviso, que me regalarás flores a mitad de una semana cuando ni para amarnos tengamos tiempo. Que me sorprenderás con tu ingenio y me sonreirás desde lejos. Prométeme que dejarás que nuestros hijos comentan locuras, que serás mi compañero en este viaje de la vida. No me prometas que estarás conmigo siempre, prométeme que seremos felices en la dicha, y que procuraremos serlo en la desdicha. No me prometas serme fiel en la salud y en la enfermedad. Prométeme que me querrás cuando esté sana y me llevarás café a la cama cuando esté enferma. No me prometas fidelidad en las alegrías y en la penas, que en las alegrías todo cabe, y dejemos las penas para cuando vengan, que con ellas nunca se sabe. No me jures fidelidad. Déjame seducirte con mis labios en el borde de mi vaso. Sedúceme en una fiesta por debajo de la mesa. Acaricia mi cuerpo con tu mirada y no te olvides de mandarme señales. Júrame amor eterno o amor en todo caso. Júrame que me amas ahora. Con eso me basta para emprender el viaje.

viernes, 18 de diciembre de 2009

A todos...

Queridos amigos y familiares. Nunca he celebrado el cumpleaños de mi blog, porque como el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo, yo también prefiero celebrar los 364 días de no cumpleaños. Todos esos días en los que os encuentro entre mis palabras y las vuestras. Todos esos días en los que me hace tan feliz vuestra presencia. Sin embargo, no sé si coincide con la Navidad, siento que he de abriros mi corazón. Y creo que ha llegado el momento de confesaros que soy una adicta. Soy adicta a vuestra presencia virtual y no virtual, porque todos somos susceptibles de ser corpóreos, jaja. Soy adicta a vuestras vidas, y me preocupa que cualquiera de vosotros lo estéis pasando mal. Unas veces se nota por lo que se escribe, otras por lo que no se escribe. Otras porque hace tiempo que no pasáis por mi casa a tomaros un café con palabras. A veces porque el tiempo no alcanza, a veces porque no alcanza el ánimo. Da lo mismo, os quiero igual, os pienso, os llevo en mi corazón. ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS! Y ya puestos, que la creatividad nos acompañe en el año que comienza. Que los propósitos dejen de serlo, que surjan otras metas, que no falte la ilusión, la esperanza, el recuerdo.

Y antes de enviaros mil besos, dejadme que os felicite la navidad con uno de mis textos. Pensé en todos vosotros al escribirlo.

Mil besos.

En cuerpo y alma.

Me derramo en cada gota de agua, en cada gota de vino, en cada gota de sangre. Me derramo lo mismo ante un pájaro o una gaviota, una tortuga o una liebre, un verdugo o una víctima. Me derramo lo mismo en una estrella que en una ola. Da igual. Me derramo lo mismo. En alma y cuerpo.



viernes, 11 de diciembre de 2009

Embrujo

Cada palabra tuya, me da aliento. Cada palabra que me dices me hace creer en el futuro. Sentir que la magia sigue existiendo, que es cuestión de probar distintos hechizos, que un día volveremos a descubrirnos y enamorarnos de nuevo. Cada palabra se convierte en un aguijón o en un azucarillo, depende. Todo depende. Porque es importante cocer las palabras a fuego lento sin olvidar nada, meterlas todas en una olla, con un susurro, con una pizca de canela, una avellana, que por algo algunos pueblos las colocan en un cestillo bajo la cama. Un poco de menta, un poco de muérdago, para ahuyentar los demonios. Que no falte la pimienta, ni los dátiles sagrados de los moros. Aguacate, chocolate y pipas de calabaza. Dientes de león para restablecer las fuerzas y frutas como la cereza, la fresa o la frambuesa. El puchero se debe remover a dos manos. Y cuando todos los afrodisíacos queden bien mezclados y su aroma ascienda de las brasas, pronunciar otras dos palabras mágicas, mirarse a los ojos, bailar sin descanso, beberse dos vasos de embrujo, juntarse en un cuerpo, besarse en los labios, acariciar los cabellos, humedecer el deseo, olvidarse del mundo, revolcarse en la arena, intercambiar los sueños. Tomarse otro vaso de embrujo si es necesario, hasta que los suspiros alcancen las nubes, el aire se agote en los pulmones, y la semilla se derrame justo cuando el sol anuncie el día.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ciegos

Me siento como una ciega intentando palpar tu rostro en la oscuridad. Palpar tu cuerpo tantas veces soñado. Mis manos se extienden para buscar tu cercanía y no encuentro sino aire entre tu espacio y el mío. Sólo un vacío sin sombras precisas. Una oquedad inquietante de contornos inexistentes, a los que trato de dar vida en mitad de una noche. Te nombro a ver si con mi voz te encuentro, y la oigo recorrer la habitación chocando con los muebles y volver a mi garganta seca. Y te llamo agitando mis brazos como para que vengas, como señalándote el camino de regreso. Pero tú tampoco me ves. Quizá los dos estemos ciegos.

martes, 1 de diciembre de 2009

No pares.


No pares, no pares, no pares. No pares de decirme cosas bonitas. Dime que me quieres, que soy tu princesa, que me amas en todos los momentos del día, que me piensas en tu oficina, que me ves en las sombras. Dime que me ves por todos lados, que sólo deseas mi compañía. Dime que me quieres al despuntar el sol y vuélvemelo a decir cuando se ponga. Y mañana dímelo otra vez. Dímelo todos los días. No escatimes en detalles, y sorpréndeme con el último libro que ya me leí, y felicítame por mi cumpleaños aunque sea tarde. Invítame a cenar en un restaurante. No importa cómo se llame. Recuérdame que soy bonita, que me queda bien el traje, que marca mi cintura y mis caderas y que te excita mirarme. Recuérdame que la cocina es un lugar especial y que la alcoba lo es aún más. No te olvides de regalarme flores, eso nunca, Si puede ser con cartelito innovador, mejor aún. Olvídate de los lunes y de los martes y de los miércoles, y hazme el amor como si fuera viernes. No olvides decirme que me piensas y que me he colado en todos los rincones de tu existencia. Que necesitas de mi, y que te ame más que a nadie y que confías y que gracias y que perdones, y que no habrá nunca nadie que te pueda hacer sentir lo que te hago sentir yo. Que me esperas, que estás, que estoy, que somos, que existimos... Que te gustan mis ojos, mi boca, mis manos. No pares, no pares, no pares. No pares de decirme que me quieres mientras dure la vida, porque sé que si te olvidas, yo no podré olvidarte, y me pasaré la vida echando de menos nuestras noches. No pares, no pares, no pares. Ahora prefiero no pensar en nada. Ahora no. Ahora no hace falta que hables.