Gracias a todos por vuestra mirada.

viernes, 9 de febrero de 2018

Regreso


Ha regresado la mujer que me habitaba
cuando el solo nacía por el este
y  la tierra completaba su círculo
hasta ocultarse por detrás de la ventana.
Entonces solía dormirme con la paz del que sabe
que ha cumplido su deber
y se ha dejado el corazón en el empeño.
Ha regresado del limbo al que se exilió
de forma voluntaria
o quizá cansada de tirar del carro
que doblaba sus rodillas por momentos.
Se fue una tarde de marzo
cuando el viento amenazó con estrangular
su palabra y su canto a los milagros de la vida.
Quizá supo antes que yo
que el mundo se acababa,
y antes de perder el último tren
empaquetó su risa,
la música que sonó en aquél bar
donde se tomó el último trago de luna,
los espejos que le hacían verse guapa
las caracolas que recogimos en la orilla de la playa
con el mar entero dentro.
Se fue una tarde de marzo
y me dejó sola a este lado del mundo
donde nunca más volvió a salir el sol
tras su partida.
Me dejó sin palabras y sin canto,
con el llanto y con el miedo pegado a mi piel ajada,
la lluvia como única canción
golpeando la ventana de una casa en ruinas.
Me dejó el veneno preparado en una vaso
por si no soportaba su ausencia
y un espejo deformado que nunca
me devolvió la mirada.
Se llevó el mar entero en su maleta
y me dejó apenas un hilo de agua
resbalando entre mis dedos.
Hoy ha regresado sin poder reconecerse en mis canas
ni en el rictus triste de mi boca.
Pero ha regresado y yo le doy la bienvenida
sin hacerle preguntas y extendiendo mis brazos.
Me basta saber que vuelve para quedarse conmigo
—no sé por cuánto tiempo—
y preparo una fiesta paras brindar
por los años que nos queden
sin contar los años perdidos
tal y como a ella le gusta hacer las cosas.




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