Gracias a todos por vuestra mirada.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Arenas movedizas

Cuando el silencio se traga tu voz
y la mirada se cae de los ojos
y las manos cuelgan inertes de los brazos
y la tierra bajo tus pies se vuelve arena movediza,
puedes decir, que estás muy cerca
de alcanzar el infierno.
No me creerás si te digo,
que ahí abajo no  hay nada digno de conquistar.
Sólo hay escombros y cenizas,
caricias oxidadas y besos desgastados,
palabras amarillas que perdieron su tinta original,
flores muertas y amaneceres rotos.
La música es sólo un ruido de cadenas
y el tiempo, un reloj sin arena.
Bajo el suelo siempre es invierno,
y no tendrás ningún sueño que te abrigue
ni estrella alguna que te acompañe en el camino.
Sólo la muerte te tenderá una mano
pero créeme si te digo,
que la vida comparece en el último minuto.

6 comentarios:

Nines Díaz Molinero dijo...

Tremendo poema, Carmen, con una fuerza y contundencia final estremecedora y excepcional.

¡Un gustazo volver a leerte, amiga.!

carmen jiménez dijo...

Gracias por tu mirada Nines. El gustazo es mutuo. Poco a poco trato de volver a las buenas costumbres de leer con calma a los amigos y detenerme en sus veros y saborearlos. Fue un placer pasar por tu casa.
Besos.

Amando García Nuño dijo...

Pues ya ves, tal como lo describes, se debe estar calentito. Y la ausencia de sueños alivia mucho: nunca dejan de cumplirse.
Abrazos, siempre

carmen jiménez dijo...

Pues he de decirte Amando que una de dos, o el infierno no he sabido describirlo, o como todo buen infierno que se precie debe quemar, aunque en mi poema, el infierno es como el invierno, porque no hay nada que tema más que el frío metiéndose por los huesos y congelándome el corazón. Respecto a los sueños tienes toda la razón. Alivia su ausencia y que se cumpla el que deba cumplirse aún sin soñarse.
Gracias por tu mirada.

Antonio Martín Bardán dijo...

"La música es sólo un ruido de cadenas
y el tiempo, un reloj sin hora."

Suena muy duro ese infierno que no tiene más que hielo y cenizas, soledad y vacío. Cuya música es sólo el triste, apagado y humillante sonido de las cadenas, y cuyo tiempo se refleja, invisible y mudo, en la esfera apagada de un reloj sin ayer, sin hoy y sin mañana...
Me alegro por ello de esa última aparición de la vida, que abre una postrera ventana a la luz.

Me ha gustado el poema, Carmen. Con sus aristas hirientes y su sabor crudo a realidad. Pero... mejor evitar ese silencio y esas arenas movedizas. Mejor no dejar nunca que se nos caiga la mirada.

Un abrazo, amiga de la Luna.

mayde molina dijo...

Así mismo, querida, tal como lo dices la vida acude en el último minuto arrancarte del mismísimo infierno y lo hace porque somos persistentes, porque lo valemos.
Inmenso poema y así lo siento, porque también he vivido lo que el cuenta a mi manera...
Montón de besos