Han parado los aviones
y las sirenas que anuncian cada poco
que el mundo va a estallar.
Se han callado los ruidos de
fondo;
el martillo del vecino,
el teléfono descolgado,
el grifo que gotea tan solo por
molestar.
Se ha callado el silencio,
cansado de contarme
las mismas historias de siempre.
Se han marchado las musas
rebeldes,
las que te dejan solas en mitad
de un poema
y nunca más vuelves a saber de
ellas.
Se ha callado el deseo de gritar
a los sordos
de corazón,
que el mundo no tiene remedio,
que seguiremos muriendo de
tristeza
mientras otros se mueren de
hambre e inanición
y tristeza de las grandes.
Se ha callado todo;
los recuerdos que asaltan a
media noche
y al amanecer,
lo que casi llega a suceder pero
no sucede,
lo que sucede sin querer y sin
pedirlo
lo que se lleva el viento y lo
trae de vuelta
para alimentar el fracaso del no
ser.
Solo la lluvia
y el sonido de los árboles
y tú, y yo, pensándonos.
©Carmen Jiménez Díaz
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