A mi hijo Lucas, en su catorce cumpleaños. El tiempo pasa tan rápido, que ya ha pasado un año desde que le escribí este poema.
Recuerdo esa edad y esas ganas locas
de echar a volar todas las mariposas
que revoloteaban por mi cuerpo.
Dar por acabada la niñez
sin saber cuánto la echaría de menos
a lo largo de todas las edades
que vendrían después.
Ese mapa virgen donde todo se anotaba
por primera vez;
el primer beso,
el primer amor.
la primera tentación.
Creo que nunca fui tan feliz
como aquel verano de los trece
cuando alguien me dijo “te amo”
y me sacó a bailar en mitad de la pista.
Las primeras promesas a corazón ingenuo
sin saber que podían romperse
de un verano a otro.
Esa edad que cumples hoy,
y que yo todavía recuerdo
lo suficientemente hermosa
como para abrir mi mano
y dejar que vuelen todas tus mariposas,
libres de todos mis miedos,
de todos mis fracasos.
Sé feliz,
es todo cuanto pido al número trece.
2 comentarios:
Me ha encantado la libertad que ofreces a tu hijo desde tu corazón de amor extremos de madre. Sin dudas no te faltan experiencias para aconsejar, pero su vida es suya y hará, con errores y acierto, aquello que vaya decidiendo en cada instante. ¡Qué bonito ama una madre, Lucas!
Un fuerte abrazo.
Gracias Francisco. A mí puede que no me falten experiencias, pero como bien dices, al final la experiencia que realmente cuenta es la propia, y él tendrá las suyas, y todo lo que podemos hacer es amarles con sus aciertos y sus errores. Y una vez más, gracias por acompañar mis letras que es como decir, mi corazón. Un abrazo grande.
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