Gracias a todos por vuestra mirada.

miércoles, 17 de febrero de 2010

La excusa

El tiempo fue siempre la excusa perfecta para posponerlo todo. Los besos, los abrazos, el deseo. Como si el tiempo fuera a durar para siempre. Y así fue. El tiempo no se acabó. Nos acabamos nosotros.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Que razón tienes, querida amiga, dejamos de hacer tantas cosas por no tener tiempo y realmente es tiempo lo que sobra cuando nosotros nos vamos...

Un pensamiento muy profundo y muy bello, como todo lo que escribes.

Por cierto, no te he contestado por no tener tiempo y mañana será lo primero que haga. Me has tocado la fibra sensible.

Un besito.

silvia zappia dijo...

es cierto, el tiempo es la gran excusa,hasta que nos acabamos...

un beso*

andal13 dijo...

...nos fuimos desgranando como arena que cae en un reloj sin fondo...

© José A. Socorro-Noray dijo...

No hay tiempo,
el último reloj se quebró
al llegar la aurora
y ahora estamos solos,
buscándonos en medio de la nada,
porque el presente
ya ha muerto entre nuestras manos.


Perdona, tu bellísimo texto ha sido la excusa necesaria para escribir este poema.



Un beso

Marisa Peña dijo...

El tiempo, el tiempo...tú y yo lo sabemos muy bien.¡Quiero tiempo! ¡Exijo tiempo!No lo hay...Un abrazo enorme

Anónimo dijo...

"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender
más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra"

("Poemas póstumos" J Gil de Biedma)

Un beso, amiga.
Codorníu

LSz. dijo...

Por eso es que todo es la eternidad, pero todo solicita ser devorado salvajemente, porque no es que no haya tiempo, lo que no hay es nosotros.

Jesús Arroyo dijo...

Eso, eso, la excusa, el tiempo, el tiempo que... le damos finiquito y no lo tiene.
¡Qué café!

carmen jiménez dijo...

Supongo mi ánomima querida, que seguirás siendo la misma anónima que siempre me dedica tan bellas palabras. La que llevo en el corazón. A veces no hace falta tiempo para responder o corresponder, basta con saber que estás ahí.
Un besazo. Y gracias una vez más por compartir tu mirada intensa.

Rayuela: Pero qué lindo cuando el tiempo alcanza para escribir unas líneas.
Mil besos.

Andrea: Me encanta esa imagen de la arena del reloj cayendo. De niña me quedaba absorta viendo pasar los tres minutos que duraba un reloj de arena que mi madre me prestaba. Eran sus tres minutos de gloria.
Besos.

Noray: Es maravilloso que mis líneas puedan haberte inspirado tan bello poema.
Gracias a ti.
Un beso.

Marisa: Lo hay. Tú lo sabes mejor que nadie. Es sólo que las ganas y el tiempo no se ponen de acuerdo en los minutos que debe durar una hora.
Entre tanto, en ese paréntesis donde el tiempo se detiene, te mando un beso grande.

Pepe: Gracia por regalarme este poema. Es triste porque yo quisiera marcharme sabiendo que me he llevado la vida por delante. Envejecer viviendo hasta el último aliento.
Un abrazo grande grande.

Felipe: Ufff! No debía ya sorprenderme tu original mirada. Como si miraras desde un ángulo diferente desde el que yo miro y vieras algo que a mi se me escapa. Algo que tardo en rodear. Tal vez, porque sigo buscando un nosotros en cada minuto de vida.
Un abrazo.

Jesús: Pero ¡qué bueno cuando nos aliamos con el tiempo! Cuando lo doblegamos a nuestro antojo y hacemos de él lo que queremos. Por ejemplo, tomar un cafeeeeeé sin mirar el reloj una sola vez. Y como si el tiempo viviera en nosotros, nos deja libres sin interrumpirnos, y luego, como una voz suave nos saca de nuestro sueño y vuelve a ponerse en marcha. Pero después, después de permitirnos haber soñado un rato.
Abrazo. Y hasta el próximo rato.

Susana Peiró dijo...

Y tus letras son una bella admonición...
El catálogo de excusas, completo, atiborrado de "creativas" razones, ya muestra las hilachas propias del uso.

Es hora de revisar las prioridades, y la providencia me chocó con tus letras, siempre-siempre cargadas de contenido.

Muchas Gracias mi Querida Escritora, por aquí y por "allá", en mi blog.

Un abrazote!

Juanma dijo...

Yo me río, querida mía, de quienes dicen que hay que ahorrar tiempo. No, no, no, no...el tiempo, viejo aliado, hay que derrocharlo por ese final que nos das: "nos acabamos nosotros". Ay, tiempo, tan maldito como bienvenido siempre.

Un fuerte abrazo.

Andrea dijo...

Vaya, qué bien expresado, no puedo estar más de acuerdo, nos acabamos inevitablemente, radicalmente, es una verdad absoluta y creo que el tiempo no tiene nada que ver, aunque siempre ha sido muy cómodo echarle la culpa a él verdad?. Un abrazo amiga :)

Galeón dijo...

El tiempo serviría también para marcar la distancia que nos separa a tí, que nos lo regalas, y a todos los que te dedicamos el nuestro, como en un recíproco frontón, contra cuya pared de letras que tú escribes, golpea nuestra pelota y nos devuelve el eco de tu voz encriptada.

A medias, entre dos pulsos que laten con distinta cadencia, para dividirlo, como verás, hemos dejado de marcar los pasos que nos separan para no caer nunca en el olvido, que la memoria y el tiempo no son leales compañeros de viaje.

"El tiempo corre en mi contra,
contigo juega a favor,
por más que huyo de mi sombra,
corre lo mismo que yo."

Cada momento es unico e irrepetible, mientras que el reloj de la vida no aprenda a caminar al revés, pero no sufras, lo importante se lleva en el corazón y ahí resultas tan intemporal mientras el hálito me acompañe, como las estrellas que guiaban a los viejos lobos de mar.

carmen jiménez dijo...

Recordé cuando contaba la distancia por épocas vacacionales, y nunca por los km. que nos separaban. Ahora cuento el tiempo en tus palabras. Recordé cuando el reloj se detenía al llegar y cuando se ponía de nuevo en marcha. Recordé por qué estamos aquí compartiendo nuestras miradas.
Y puse música a esas estrofas de tu canción, y recordé los primeros acordes de tu guitarra.
Recordé aquellos tiempos en los que no existía el tiempo. Sólo los paseos, los encuentros, las fiestas del pueblo, las meriendas en el monte, las bicicletas, el agua de la fuente, al santo muerto tras los cristales, las misas del gallo, el azul de cielo intenso, tardes enteras, noches en vela...
¡Qué tiempos! Tienes la noble virtud de sacar agua del desierto.
Un beso de verano.

Anaís Pérez Layed dijo...

Siempre nos excusamos para no hacer el strip-tase interior a los otros y postponerlo hasta que no hay tiempo de mirar lo que había y queriamos mostrar porque ha cambiado. Me encanto conocer tantos poetas estupendos el sabado, estuvo genial.
Un abrazo