Gracias a todos por vuestra mirada.

viernes, 18 de febrero de 2011

Siete vidas tiene un gato.

Queridos amigos:

Aquí os dejo este cuento.

Érase que se era...

Hace tiempo que os extraño casi tanto como me extraño a mi misma. Es por ello que comparto este cuento recién nacido.

Un beso a todos.

Sabía que iluminaría sus noches oscuras y sus noches en blanco. Sabía que amaría cada parte de su cuerpo trozo a trozo. Que convertiría la piel que la cubría en la piel que la desnudaba. Amaría cada paso que diera porque todos, por siempre, le habían conducido hasta Él. Y que Él sabía que Ella le amaría con sus manos, con sus ojos, con sus piernas, con sus pasos, como siempre le había amado.

Sabía que si el tiempo se hubiera detenido aquella noche de marzo, seguirían siendo Él y Ella como siempre habían sido. Pero el tiempo no se detuvo. No tuvo misericordia de dos corazones heridos, ni les dio tregua. Cada día amanecía a la misma hora, y el día seguía durando veinticuatro horas. Restaba las del sueño que no dormía y pedía cada noche que no amaneciera. Pero volvía a amanecer a la misma impúdica hora, sin haberles tendido su mano.

Y del pasado pasaron a un futuro sin presente, sin una sola esperanza ya, porque como a los gatos, les quedaba ya una sola vida.

Y así amanecieron a un futuro donde les bastaban unas pocas horas para ser felices con un beso de “buenas noches amor”, de “pásalo bien mañana”.

Y al salir una mañana por la puerta, se vieron viviendo la última vida que les quedaba mirándose a los ojos en un café de Madrid cualquiera, contándose, mirándose, contándonse…, como dos amigos que se encuentran y se ponen al día para no olvidar que son amigos. Y nada más. Y volvían al ajetreo de su séptima vida soñando que eran felices las horas que no vivían en un café de Madrid cualquiera.

20 comentarios:

Unknown dijo...

El tiempo, el jodido tiempo no se detiene. Naufraga la pasión ahogada en las horas y naufraga la mágica y eléctrica piel,ese terciopelo estremecedor en la punta de los dedos, ese encontrar un mundo en cada recodo del otro, la piel y los ojos, las respiraciones fundidas, naufragan los latidos que sacuden los pechos que se hacen más lentos y débiles según pasan los días y el estómago de apoco deja de estrujarse.
Y cuando las siete vidas se agotaron, los nuevos amores se viven con tristeza.
Porque ahora uno ya sabe.
Ese es el drama del hombre.
Esa muerte lenta del amor.
No la muerte otra.
Esa otra no importaría.

Jorge Torres Daudet dijo...

Supongo que es la vida de la ciudad la que con el paso de los años no ha podido con su amor, hoy día un tanto raro, pues son pocas las horas que los trabajos de el y de ella deja para vivir en pareja.
Un cuento que tiene todo de realidad, Carmen.
Besos.

Gémina dijo...

¡Triste la vida de este cuento! y del este gato, que gastó una vida en las calles, otras en los avatares diarios, y pudo quedarse con su gran amor, quiero pensar que el cuento no tiene final, y que su alma cándida y salvaje de gato llegará a descubrir que para conseguir su destino tiene, no sólo que reconocerlo sino aceptarlo. Besos, tus palabras no son sólo palabras... son vida y son palabras bellas.

andal13 dijo...

El tiempo no sólo no se detiene, no perdona.

Manuel dijo...

Querida Carmen: he releído varias veces tu cuento. Cada vez con más fascinación por este relato espiral, por el tiempo que lo habita y el tremendo juego de momentos que has creado en él.

Un relato sin presente que salta del pasado al futuro sin encontrar nido para la vida.

Una belleza. Felicidades.

Jesús Arroyo dijo...

Una idea:

Tuyo es el cuento, pero ¿te parece? Podrías poner un final indicando a ELLA, a EL, a ELLOS que no se torturaran, que puede abrirse una puerta porque nunca se deja de caminar, que las ciudades tienen mil esqueinas, misl rincones mil avenidas... mil cafés.

Besos.

La Solateras dijo...

Esa perplejidad de ver que la vida sigue, a pesar de todo. Una vez escribí: casi puedo jurarte que mañana
el sol, absurdamente,
volverá a relucir, como si nada.


Sí, es tremendo. Nuestros dolores, nuestros dramas, no significan nada en medio del curso imparable de esa existencia a la que, mal que nos pese a veces, también pertenecemos.

El final del cuento es que él y ella seguirán viviendo, y al cabo de un tiempo se mirarán, cada uno a sí mismo, y pensarán: pues resulta que estoy vivo.

Un abrazo fuerte, Carmen.

carmen jiménez dijo...

Santi: Tus comentarios superan mi entrada. Eres un poeta. Un auténtico artista de las palabras, la música, la pintura...
Agradezco tenerte cerca. Siempre capatando lo más hondo de los poemas.
Mejor no digo nada más porque ya lo has dicho tú.
Un abrazo.

Jorge: Aún teniendo todo de realidad, no sé si es la ciudad, si es el trabajo, o es ese hondo sentir que deja de latir en el estómago.
Sea como sea, sólo tenemos esta vida.
Un abrazo.

Gémina: Me alegra verte aquí, en este mundo de palabras. Siempre digo que los cuentos como las poesías, son de quién los lee tanto como de quien los escribe.
Una vida es demasiado valiosa para desperdiciarla soñando lo que pudo ser, y no fue.
Allá el gato.
Te quiero.
Un beso.

Andrea: Me encanta tu concisión. Casi resume la historia, así en dos palabras. El tiempo no perdona.
Un beso y me alegra volver a verte.

Manuel: Si dieras talleres de poesía, me apuntaría.
Eres un crak. Me conmueve que hayas leído varias veces el cuento. No sé si en cada lectura uno puede percibir diferentes aspectos que en la anterior no había reparado. No sé si la conclusión final es la de tu protagonista, pero la mía es que los protagonistas encuentras su vida fuera de un café cualquiera de Madrid.
Hablamos que estoy deseando verte recitar en ese lugar donde la poesía cobra vida.
Invito desde aquí a todo el que pueda ir al café Libertad en la calle Libertad ocho, el día tres de marzo a las siete de la tarde.
Un beso Manuel y gracias por tus palabras de aliento.

Jesús: Tu idea es francamente buena. Mi shock es que no haya trascendido por sí misma a partir de la historia. Quizá donde digo: "soñando que eran felices..." Debí escribir: " Sabiendo que eran felices..." Es que me traicionaron los dedos, jiji.
Gracias por tu aportación.
Nos vemos en Libertad.
Besos.

Ana: Tú mejor que nadie sabe de esa perplejidad. Por eso, agradezco tu visión optimista de la vida.
Me gusta ese final.
Un beso muy grande.

Carlos dijo...

Pasa que los gatos no saben que tienen siete vidas y entonces no están condicionados por la severidad matemática-biológica; el caso es que los gatos dicen que nosotros, los humanos, tenemos una sola vida, pero la diferencia es que nosotros si lo sabemos. La custión entonces es vivirla como si nos quedaran siete más.

Un beso.

tomitú dijo...

Y yo, sin embargo, creo que el final de una vida, da paso a otra, y eso es lo mejor de la vida, que son muchas las "viditas" que podemos vivir, porque los finales siempre son principios de otra cosa. Es mucho mejor ser hombre que gato.

silvia zappia dijo...

el tiempo no se detiene
el tedio tampoco
es el apuro urbano el que derrumba los ladrillos del amor?


mil besos*

Anónimo dijo...

Se nos pasa la vida gastando el reloj, dichosos los que mientras tanto viven y sienten.

Galeón dijo...

Un café puede ser el mejor lugar donde no oírse, entre el amortiguado sonido de las conversaciones de otras vidas, , otros desconocidos y otros tiempos que transcurren paralelos a los nuestros, un lugar neutral en el que no influyen tanto los recuerdos que como mares llenan nuestro alrededor de baivenes y no shacen sentir la desazón del naufrago que ve en la lejanía la silueta de la costa.

El tiempo es único, no deberíamos perderlo en protocolos, mejor llenarlo de impostura y osadía porque la existencia es siempre azarosa y expectante y no siempre somos dueños de gobernar nuestro vida y llevarla a buen puerto en cuanto a los afectos se refiere.

Cuidaté mucho.

carmen jiménez dijo...

Carlos: Bienvenido. ¿Quién sabe? Lo mismo tenemos siete vidas y no lo sabemos, como los gatos. Por si acaso, tu solución es bastante buena.
Un placer compartir miradas.
Saludos.

Nacianceno, Conchi? Algo me dice que las viditas son enteramente vidas. Quiero pensar que esos finales (odio esa palabra) no son mas que un continuo comienzo.
Un besazo. Que sean dos.
Nos vemos en la otra orilla, en la tuya ¿sí?

Rayuela: Hoy no tengo respuesta. Hoy es la suma de todos los ayeres.
Besos mil*

Soltando letras: Siempre es un gusto poder compartir miradas con gente nueva. Gracias por compartir la tuya.
Ya decía Lennon "que la vida es eso que ocurre mientras hacemos planes"
Un saludo.

Galeón: Tu osadía es contagiosa. Tu comprensión también.
Espero estés en un buen puerto escuchando el sonido del mar.
Un beso enorme.

Manuel dijo...

¡...Dremiadelamorhermoso...! Carmen, no tendrás que recordarme el día 3 que te de un abrazo de los grandes.

Eres una persona muy, muy especial.

Un beso.

La peor de todas dijo...

Me encantó esta historia de amor dividida por años, vidas, capítulos. Como el latido de un corazón,como la bendición de despertar cada día con quien amas.
Un abrazo Luna bella
M.

Julio Castelló dijo...

Vayan mis felicidades por delante, porque el tiempo no se detiene y el domingo es tu cumpleaños...
Por cierto, ¿te ha traicionado el "mirándonos a los ojos" al final o... me he perdido algo?
Un abrazo. Y sé feliz.

Lembranza dijo...

Todavía queda mucho Carmen, habrá otras vidas, distintas pero otras vidas. Llegara un momento que el cuento sea otro y este, el que hoy escribes, quedara muy lejos, olvidado, sera solamente los recuerdos los que te den lembranza de los días pasado. Muchos besos, sabes que a nosotros todavía nos quedan muchos cafés.

Emilio dijo...

Vidas y sueños que van de más a menos, Carmen.

Felicidades por esta historia tan bien plasmada, y también por el día de hoy.

carmen jiménez dijo...

Manuel: Ya queda poquito. Tres, dos, uno...
Ya sé que entre algunos artistas la suerte se desea, se designa con otras palabras, pero yo sé que no te ha llevado ahí la suerte, sino tu sensibilidad a la hora de contemplar la vida.
Allí estaré.
Dos besos.

Maga: "...el latido de un corazón..." Seguro tú has oído muchos y son sin duda una bendición.
Gracias por tus palabras siempre mágicas.
No sabes cómo me alegra verte. Es como una brisa fresca llegada desde el Sur.
Un beso.

Julio: ¡No sabes la sorpresa que me ha dado tu mirada atenta, afilada, siempre alerta! Esa mirada tuya tan especial que plasmas en cada uno de tus poemas. Es un lujo que me hayas hecho ver cómo uno mismo se puede traicionar. Pero echemos la culpa a las teclas y ahora mismo lo corrijo.
Mil gracias maestro.
Espero verte el ocho a las ocho.
Un abrazo.

Mi querida Lembranza, mi amiga. Tal y como yo veo el cuento, hay historias que no se pueden olvidar. Pero eso sí, la vida no se vive anclada en el pasado.
¡Leven anclas!

Emilio: Tu regreso ha sido una gratísima sorpresa y con tu permiso vuelvo a enlazarte a "mis otros mundos".
La historia nos demuestra que es ondulada...
Un abrazo