Sincronizados, alternamos la mirada en el espejo.
Mientras tú te afeitas,
yo trato de poner color a mis mejillas.
Ya no busco en tus palabras
el verbo y el sustantivo
que sustenten mi esperanza.
Ya no tengo.
No busco tampoco el beso
que se escape de la almohada
para acunar mis desvelos
-me he rendido al poder de los hipnóticos-.
Ya no salgo a estrechar el abrazo
de nuestras sonrisas
en la hora punta del encuentro.
Los dos llegamos tarde
a nuestra cita con el destino
que diseñaron nuestros sueños.
Mientras tú te afeitas,
yo trato de poner color a mis mejillas.
Ya no busco en tus palabras
el verbo y el sustantivo
que sustenten mi esperanza.
Ya no tengo.
No busco tampoco el beso
que se escape de la almohada
para acunar mis desvelos
-me he rendido al poder de los hipnóticos-.
Ya no salgo a estrechar el abrazo
de nuestras sonrisas
en la hora punta del encuentro.
Los dos llegamos tarde
a nuestra cita con el destino
que diseñaron nuestros sueños.