Me pregunto cómo este mar al que
tanto quiero,
puede ser el mismo que alberga
tantos muertos inocentes.
Cómo las mismas olas por las que me
dejo mecer,
pueden ser a la vez, bálsamo de
todas las heridas
y trampa mortal para los náufragos
de la guerra y la miseria.
Cómo escuchar sus cantos de sirena
sin escuchar los lamentos
de los que perecen en sus fauces
antes de llegar a la tierra
prometida.
Hoy la mar estaba en calma.
Nada hacía sospechar que la cresta
de sus olas
venía cubierta de sangre y de vergüenza.
Hasta el horizonte ha cambiado de
lugar.
1 comentario:
Asistimos a unos dramas impensables hace tan solo ocho o diez años a lo sumo. En el Mediterráneo y en nuestro propio barrio, a pocos metros del portal, en los contenedores a la vuelta de la esquina.
Hay cosas que se miden en metros, en kilos, en segundos... Creo que nuestra medida como seres humanos la da lo que sentimos ante todo lo que está sucediendo. Aquí, en esto, también habrá un amplio abanico, una escala (de esas que suben y bajan como el sistema métrico decimal) que mida la conmoción experimentada.
Ojalá el corazón común de la humanidad y su consciencia se pongan en marcha y paren esta catástrofe.
Un beso, amiga.
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