Dibujas cabellos de oro
flotando en el aire
y una piel blanca
sobre el lienzo del ocaso
que borra todas las manchas de la edad.
Inventas un corazón puro
ajeno al enemigo
y unas manos como pétalos
a punto de florecer.
Y creo ver en tus ojos
una mujer distinta
a la que miro con recelo
en el espejo de mi habitación.
Una mujer que ha olvidado
a todos los amantes
que alguna vez la amaron
y a los que ella amó.
Y quisiera ser ella
y dormir cada noche en tus sueños
y despertar en tus brazos
y saberme yo.
Ser sin vértigo
sin miedo a la caída
con las alas desplegadas
para alzar el vuelo
allá donde dibujes
un cielo de perseidas
o cualquier otro cielo que inventes
o nos invente.
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