Gracias a todos por vuestra mirada.

lunes, 4 de abril de 2022

Latido

 

No existe un hombro lo suficientemente grande

donde poder llorar todas las penas.

 

Quisiera arrancarme el corazón

y sentarme a llorar como la niña

que cree que tras el llanto

siempre llega la caricia.

Pero las lágrimas son ahora

cristales clavados en la boca del estómago,

en la garganta,

en la sangre bombeando

a doscientas pulsaciones por minuto

-para morir al instante siguiente-.

Y no llega el llanto,

y ya no soy la niña,

y ya no soy el rostro de la mujer

con la que soñé tantos años.

Quisiera estrujar mi corazón y desangrarlo,

ver cómo chorrea la tristeza,

apretarlo entre mis manos

a modo de venganza

vaciarlo por completo de su sangre.

Que no recordara nunca que ha amado,

que olvidara por fin

que fue latido.

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