Gracias a todos por vuestra mirada.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Madrid 1.936 - 2.012

Quiero dedicar estar entrada a mis padres de los que me siento tan orgullosa por todo el amor que han sabido darme, y porque sabiendo lo que es carecer, supieron ser generosos. Y porque Madrid vuelve a arder, y ya no hay pueblo al que regresarse.

No vi arder Madrid en el año treinta seis.
No vi sus casas saqueadas
ni  sus estómagos hambrientos
a la espera de un plato caliente.

No vi cómo se llevaban a los hombres
a dar el paseíllo,
ni los milagros que mi madre me contaba
cuando mi abuelo escapó de la muerte
camino al paredón de los valientes.

No viví esa guerra que mi padre
relataba en sobremesa
cerrando sus ojos azules,
mientras recordaba a su hermano
muerto de miedo,
luego muerto del todo.

Me asustaban las historias
de los niños escondidos en los campos
y sus padres en campos concentrados.

A veces soñaba con ser mayor
y librarme de los miedos que asaltaban
a un balón rodando por las calles
o a una muñeca de trapo.

Lo que nunca me contaron
-porque la Historia sólo se cuenta
a toro pasado-,
fue que volvería a hacerme niña
en la carne propia de mis hijos.

Toca volver a luchar por ellos,
y por los hijos de sus hijos.
Ya no vuelan cometas en el cielo
ni se oyen risas en el mar.

Vuelven a sonar sirenas,
-y como entonces-
como siempre pasa en la guerras,
se perderá la infancia de los infantes,
se romperán corazones a medio dibujar
en los troncos de los árboles.

No quedará tiempo para ser joven
ni tampoco tiempo para ser viejo.
Madrid arde, puedo olerlo.

Vuelvo a tener los diez años de mi padre.



9 comentarios:

Galeón dijo...

No hay colores que justifiquen la muerte, ni valores que sustituyan la inocencia de un niño, no somos engranajes de nada ni de nadie, y sin embargo nos comportamos como autómatas al compás del gorila de turno y chillamos alarmados en cuanto se golpea el pecho. No hemos inventado nada, no hemos avanzado nada y al menos en la medida que podamos, deberíamos seguir nuestro propio camino, y dejar de querer imponer creencias, salvar vidas y adoctrinar pareceres, para acabar convertidos en jefes de la manada… yo, al menos, no voy a hacer de chimpancé.

La Solateras dijo...

Una maravilla, Carmen, llena de fuerza y de verdad.

Un abrazo

tabajete dijo...

vaya, me has conmovido. Gracias.

carmen jiménez dijo...

Geleón: Ni chimpancés ni gorilas. Somos humanos, aunque a veces no lo parezcamos. Pero yo sigo teniendo la necesidad de seguir creyendo que algún día haremos honor a nuestra condición. Me quedo con esa sonrisa de un niño.
Besos.

Ana: Gracias por seguir leyendo mis miradas a pesar de tantas cosas como están ocurriendo alrededor y que parece que nos van a robar hasta los ojos.
Un abrazo grande pedazo de poeta!

Jesús: "Conmover" es un bonito verbo cuando conmueve.
Un abrazo.

Galeón dijo...

Y entonces porqué nos compartamos como monos de feria.

carmen jiménez dijo...

Galeón: En defensa de mucha y de muchos amigos de los que tengo y me siento orgullosa, he de decir que NO TODOS NOS COMPARTAMOS COMO MONOS DE FERIA. Perdón por las mayúsculas pero hay mucha gente luchando.

Galeón dijo...

Algunos autores dividen la familia de los homínidos en tres subfamilias: Ponginos (orangutanes), Gorilinos (Gorilas), y Homininos (chimpancés y humanos). En ciertos sentidos básicos, hemos evolucionado poco, pues mirarlo como quieras, la esencia de lo escrito es no seguir a líderes, o jefes de clan, del tipo que sea.

carmen jiménez dijo...

Galeón: Seguro estamos hechos de la misma esencia. La idea es justo la que apuntas "pensar por uno mismo" sin prejuicio de que otros piensen lo mismo.
Un abrazo esencial.

Jorge Torres Daudet dijo...

Muy bello poema, Carmen. Esperemos que ese humo que divisas sea de la polución. Otros humos que se padecieron no trajeron nada bueno.
Besos desde Denia.