Gracias a todos por vuestra mirada.

sábado, 10 de marzo de 2018

Mi poema más triste

No sé el porqué siempre sentí que escribir en el blog, era como hablar en voz baja, como una reunión entre amigos bebiéndose cada uno su copa, su mate, su cerveza o su café. No importaba la hora.
Hoy he terminado de escribir un poema que me rondaba en el estómago, en la cabeza y sobre todo en el corazón. Y aquí os lo dejo.


No sé cómo aliviar el dolor que me causa
ver la muerte asomada a tus ojos azules
poniendo a prueba la resistencia de tu piel
y tus huesos de cristal.
No sé qué haré cuando ya no pueda ver en ellos
a la niña que fui,
a la que enseñaste a silbar canciones
y a cantar sobre tus hombros ti tá tá.
No sé que haré cuando me levante una mañana
y sepa que ya no sonará el teléfono
para preguntarme qué tal he pasado el día
si el pequeño ha llegado del colegio
si los mayores siguen bien con las novias.
Llevamos tiempo despidiéndonos;
mientras te aseo y te peino
tú me hablas de la dignidad perdida con los años
y yo del hombre con el nudo de la corbata
mejor hecho del mundo
y el corazón más grande.
Desayunas en silencio con la prisa que requiere
levantarse de la silla para ir hasta el sofá
a pasar el día, sin otra cosa que hacer
sino contar las horas que faltan
hasta la próxima dosis de pastillas
que  pueda engañar a tu mente lúcida
y hacerle creer por un rato
que hay justicia en este mundo.
Qué haré ahora que he descubierto
que se puede ser huérfana a cualquier edad,
sino agradecer haber tenido un padre
que nunca nos quitó el ojo de encima
como si pudiera salvarnos de todo mal
que acecha el mundo.
Agradecer que me hayas enseñado
la generosidad de dar cuando no se tiene,
de hacer reír a tanta gente
aunque ya no nos acordemos de tu risa
bajo ese manto de dolor que te cubre.
¡Qué puedo decir!, sino que te vas
con todos los deberes hechos,
que tanto amor como has dado
seguro limpia cualquier pecado.
¡Qué decir, sino palabras hermosas
que pueda recordar haberte dicho!
Mañana subiré a afeitarte
y a ponerte el traje de los domingos.
C.J.

2 comentarios:

Arcadia dijo...

Hola Carmen.

Casualidades de la vida he vuelto a caer hoy en tu blog, tantos años después. Me apena mucho leer tu última entrada, en parte porque me identifico con ella, en parte porque yo nunca viviré algunas de las cosas que describes. No sé por qué (o sí) me he imaginado todo el rato que hablabas de tu madre, hasta llegar al final. Mucho ánimo y muchos besos en un momento que entiendo es más que difícil.

P-D: Para mí los blogs también siempre fueron eso, una reunión de amigos que siempre están ahí.

carmen jiménez dijo...

Mi querida Arcadia:
Gracias por tus palabras de ánimo. Si bien es cierto que el dolor de perder a un padre o una madre es indescriptible, no es menos cierto que al contrario que tú, yo he podido disfrutar del amor de ambos durante mucho mucho tiempo y por ello estoy agradecida. Vaya mi abrazo como siempre para ti, que has sufrido la pérdida a una edad que nadie debería sufrir y gracias otra vez por tu presencia.
Un beso inconmensurable.