Gracias a todos por vuestra mirada.

martes, 28 de abril de 2020

La última gota


Si en algo no ha cambiado mi rutina
es en levantarme temprano
y vestirme como si fuera a recibir la primavera
en la puerta de mi casa.

Doy color a mis ojos y a mi boca
como si fuera a observar  hoy
el paisaje más bonito del cielo,
como si fuera a dar mi primer beso
a un desconocido.

Abro todas las ventanas
y me preparo un café bien amargo
—como a mí me gusta—.

Veo cómo avanza la tarde,
cómo cambian las nubes de color,
cómo alguna lágrima ha conseguido 
que se me corra el rímel.

Me retoco para que mi corazón
no note que las puertas están cerradas,
que sonarán las ocho en los balcones
solapando el sonido de las campanas 
que doblan a muerto.

Aún así, no me pongo el pijama
hasta pasadas las doce,
la hora mágica donde se dan cita todos los recuerdos
como en esos tanatorios donde los amigos
se cuentan sus últimas batallas,
mientras el muerto sigue muerto
y la familia llora en silencio y agradece.

He aprendido a llorar en silencio,
queda feo llorar en alto
y que te oigan los vecinos.
Pongo algo en la tele que pueda entretenerme
mientras todos hablan de lo mismo,
algo que se lleve de mis sueños
el rastro de todos sus escombros,
el último pensamiento del día,
la última gota del vaso que rebosa.


2 comentarios:

Francisco Espada dijo...

Has logrado transferirme bastante de tu dolor, pero también toda tu mucha ternura y esa intimidad en pijama y a la espera del sueño reparador. Gracias, Poeta.
Un beso.

carmen jiménez dijo...

Una alegría verte en mi refugio.
Un abrazo grande querido amigo.